Dos cuerpos

La imaginó de seda, con sus labios perfilados y sus zapatos de tacón.

Mientras sus ojos se ensimismaban vaya a usted a saber en qué, pero seguro que en nada bueno... O si... Según se mire.

No podía dejar de mirar su medalla y no soñaba con besarla si no, quizás, con emplear sus dientes en arrancarla. En quitarla del camino que separaba su cuello de sus pechos.

Se había empeñado en probar la textura de su piel mientras sus manos la atraían buscando el fondo de los bolsillos de sus vaqueros.

Ya se entretenía en respirar en su cuello, hinchando sus pulmones, mientras la sentía tensarse entre sus brazos.

Sus manos ya buscaban su cintura.

Le susurraba todo lo que ansiaba hacerle y que nunca se habÍa atrevido a decirle.

Bajo su bata abierta, su camiseta era tan solo un trapo alrededor de su cuerpo.

No sabía si era una eternidad o unos segundos, pero su diosa se mostraba ante él desnuda... Lo mismo que él sin saber cómo ni cuando se había desprendido de la ropa.

Y poco a poco sus cuerpos se rozaban, sus pieles se confundían, juntándose, empujándose, amenazándose, sintiéndose parte el uno del otro, el dentro de ella, ella tomándole a él...

Hasta estallar, hasta ver solo sus ojos, sentirla, felices los dos diciéndose lo que solo dos amantes pueden decir con la mirada cuando sus cuerpos se funden.

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