El Miedo a la Noche

Ella solo esperaba de la noche recuperar sus miedos. Poco sabia que la noche limpiaba sus sentidos y ocultaba sus emociones hasta hacer de sus miedos unas simples  pesadillas que desaparecían al despertar.

Ella le tenía miedo a la noche porque enredaba su pelo en la oscuridad confundiéndolo, porque sus ojos se perdían como dos pozos negros y, entonces, todos sus demonios y fantasmas se daban cita para charlar con ella.

Solo la luz de la pantalla de su móvil le proporcionaba el cobijo y la compañía de mil amigos.

Así superaba sus miedos y se enfrentaba al mundo, su mundo.

Le dolían hasta las pestañas.

Sus ojos se negaban a cerrarse y cada articulación le recordaba que no debía dormirse.

Quizás era mejor así, porque así la recordaba mejor, a veces las vigilias son las mejores consejeras, con esa lucidez que solo da la noche con su oscuridad y su silencio.

Él la recordaba, vaya si la recordaba... y recordaba sus conversaciones insomnes, sus ansiedades y sus miedos, cómo le escribía para calmarlas. Lo que ella nunca supo es que ella si que las calmaba con su sola presencia, las calmaba aunque no se diera ni cuenta.

Dicen que el amor es una especie de embeleso, un atontolinamiento en el que todo te parece bonito, pues no, no lo es.

El amor es esta tranquilidad que te da el saber que alguien puede escucharte, hablarte, comprenderte... y así de esta forma quererte.

Te echo de menos porque te quiero, te quiero porque estabas, y quiero volver a tenerte.

Quizás alguna noche volveremos a encontrarnos  en mis sueños.

 

 

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