Caminaba con sus zapatos gastados, su paso cansino, y apoyado en su cayado como solo aquellos que saben que su tiemp ha acabado lo hacen.
Entre los pedregales de los sueños rotos, arrastrando el peso de todas las tristezas y malos ratos.
Entre sus arrugas, las producidas por tantas risas y tantos momentos felices, su mochila ajada cargada de ilusiones y buenas obras.
Èl había aguantado al mundo durante un tiempo, concretamente un año, su tiempo.
Llevaba de la mano a un niño muy pequeño que sonreía...
Y de repente llegó al límite del horizonte, miro atrás, beso al niño y se marchó al lugar donde habitan los recuerdos.
¡¡¡Adiós 2019!!! Gritó el niño.
¡¡¡Te esperaré 2020!!! ¡¡¡Pórtate bien!!! Le saludó el abuelo desde la lejanía...
Feliz salida y entrada de año que todo lo malo haya ido en la mochila del viejo año y lo peor que te pase sea la sonrisa del nuevo.
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