De  la Red a la Realidad

Cuento hecho a dúo entre Gon Del Van y LMSM

Todo empezó a tomar forma cuando, por primera vez, cruzaron sus miradas.

Se habían cortejado con letras y frases, habían escondido su amor entre pantallas.

Ahora ella lo miraba.

Ojos chisposos, llenos de ilusiones que ella desconocía, entusiasmo, un pequeño niño en un cuerpo de hombre y un gran hombre lleno de deseo, rabia y genio. Ahí delante suya analizando cada uno de los gestos. 

“Haciendo un análisis de mi cara y de mi cuerpo, y yo lo miro y pienso... ¿Que pensará en este momento? Y no puedo leerlo”.

Él soñaba sobre sus ojos sin creer que estuviera allí, con la piel cálida entre sus dedos, con su mirada de niña tímida escondida en una mujer.

No podía ni imaginar que fuese tan guapa.

Y ella..

“Me pierdo en sus pupilas, me tiemblan las manos y las piernas cuando me mira, ya no puedo pensar y mis manos se van solas buscando su abrigo...”.

Ella nunca jamás hubiera imaginado una situación así. Ni su descaro al tirar de su chaqueta, ni su osadía de llevarlo a sus labios.

El nunca lo soñó así, aún esperaba una bofetada en pago a su imprudencia.

A la imprudencia de ir a quererla, a demostrarle porque la acunaba entre sus piropos, por qué le escribía y por qué su ira al defenderla.

Sus labios cálidos y tiernos, el tiempo inversamente proporcional a sus ganas de besarse, cada poro de su piel expectante, queriendo más...

Cada sentido embotado del otro y ese pelo entre las manos de él, que bajaban buscando su cintura para atraerla.

Ella ya solo quería rodearlo con sus piernas, que la alzara en su cintura y colgarse de su cuello. Él entendía ahora el significado del abrazo garrapata que le sugería siempre entre sus frases.

Él buscó su cuello, el aroma de su esencia tan cerca de su boca. 

Ahora su olor cobraba forma.

La forma de su melena larga que lo atrapaba entre sus rizos.

Ese hombre corpulento y a la vez tan tierno, ella metida en su abrigo queriendo parar el tiempo.

Él buscando fundirse fuera del espacio, un “te quiero” susurrado al oído...Su pecho agitado por la respiración pegado a él...

Hasta que la realidad volvió de nuevo.

Se citaron para hacerse el amor entre pantallas, messengers y whatsapps, esperando y maquinando su próximo encuentro, cambiando la distancia por la cercanía de la red, soñando con el contacto de sus pieles, su amor corto y breve.

Dos amantes tan extraños como enamorados, solo intercambiaron “me gusta” para gustarse siempre.

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