Diálogos con la Luna

Era una noche negra, de esas que impulsan los escalofríos, de esas tan silenciosas como los lamentos de la luna, que nunca escuchas y apenas ves. Uno espera de la noche que lo asuste, que tense sus sentidos para solo pensar en ella. Por eso elegía andar, desentumecerse a aquellas horas...Era por no pensar. Pero es que hasta el negro del cielo le recordaba a ella, a su pelo, a sus ojos  Pero es que hasta las estrellas recordaban al mapa de su piel surcado de lunares, su propio camino de señales hasta la felicidad. Y poco importaba la noche, poco importaba nada. Ella no estaba.

Su cabeza daba vueltas como una caldera de vapor, sus pies cada vez se movían más rápido. Era como si sus recuerdos le impulsaran a correr. ¿Y hacia dónde? Hacia ella. Aunque no sepa dónde está, aunque no me espere, aunque no me quiera, aunque me odie... hacía ella.

 “Nunca lo lograrás, es una causa perdida” resonaba en mis oídos.

No, no resonaba, alguien hablaba.

 “¿Qué es eso de no escuchar mis lamentos? Yo me río de los amores perdidos que surcan mi reino como estrellas fugaces”.

 ¿La Luna?... ¿Eres quien creo que eres o eres una imaginación o alguien oculto que trata de engañarme?.

 “Puedes llamarme como quieras, soy el alma de la noche y la luz en la oscuridad”.

  ¿Y lees mis pensamientos?.

 “Eres tan transparente y tu desdicha tan evidente que no hace falta”.

  No quiero sermones ni lecciones, la quiero a ella.

 “¿Y por qué la perdiste?”.

 Por mi culpa, por no decirle que me sentía apartado de su vida, por no decirle que quería ser más parte de ella que ella misma, por no decirle lo que la quería, por poner algo que no merecía la pena ni mil veces... por todo eso.

 “¿Y la quieres? ¿Y ella a tí?”.

 Yo la quiero, vaya si la quiero... me falta la vida. Ella...me quería, y es posible que me quiera pero le puede más su dolor y su desengaño. No la culpo...

 “¿Crees que te perdonará? ¿Que su amor superará lo que le hiciste?”.

 No lo sé... creo que no aunque daría lo que fuera por ella. Tanto como quisiera.

 “Eso está bien, pero si te quiere te perdonará. Aunque nunca lo haya hecho el amor siempre tiene un único camino”.

 ¿Tú crees?.

“Si”.

 Por favor déjame ir, arrópame si quieres, pero déjame ir... 

 “Eres tú el que debes marchar y solucionarlo... para bien o para mal”.

Y entonces si que sentí el escalofrío y el silencio de la noche mientras caminaba, lentamente, camino de casa.

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