Las Apariencias

Caminaba decidido pero sin prisa, cualquiera diría que sabía a dónde iba, pero sin embargo apenas era un soñador lleno de ideas y planes.

Todos se agolpaban en su cabeza, eran tantos cambios que le costaba ordenarlos, procesarlos, priorizarlos...

Primero fue su trabajo, perdido de la noche a la mañana, sacudido fuera de su mundo y lanzado sin contemplaciones, sin reconocimiento y sin explicación.

Luego fue su familia, mutilada y enferma. Perdía parte del cariño de un ser querido y el envejecimiento de otro.

Dolía más que perder una muela y eso lo acaba de comprobar en carne propia.

Todo esto aderezado por la separación de su mejor amigo, por la distancia de sus hijos, por el frío, por la vida misma, que lo mismo te bombardeaba a penas que te duchaba a alegrías...

 Con todo y con menos no extrañaría su estado distraído.

Y además estaba ella. Perdida sin remedio, la había visto irse como una nube, lenta en el cielo pero tan rapida a sus ojos que, cuando quiso darse cuenta no estaba.

Odiaba su sentido de la justicia y el deber, odiaba el obligarse a hacer siempre lo que creía más correcto.

A la que nunca podría odiar, de eso se daba cuenta ahora, era a ella. Sabía que no volvería a verla, no volvería a saber de ella... y no la culpaba, él siempre supo que la quería inversamente proporcional a lo que figuraba en su vida, tenía vetadas tantas partes...Así era la vida, no entendía de aplazamientos ni de divisiones: Te lo cobraba todo de golpe.

Y ahora que tenía una jefa sonriente y dicharachera con la que tomaba café y reía tanto como trabajaba.

 Ahora que el duelo ya le ha había clavado sus uñas y la vida enseñado que el paso del tiempo es inexorable. 

Ahora que su amigo era feliz y pasaban las tardes con su compañía... Ahora si que la echaba de menos y sentía desparramarse sus pensamientos como un castillo de naipes...

Así que metió las manos en los bolsillos, apretó el paso y fijó la vista en el horizonte. Nadie se daría cuenta de nada y vería un hombre decidido, serio y determinado a ir a quién sabe dónde, mientras él simplemente se limitaba a alejarse de quién nunca debía haber perdido.

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