El Caballero traicionado

Las espadas sólo valen para matar dragones.

Y en ello estaba...Nunca quise salvar a nadie y menos a una princesa, pero ella se cruzó en mi camino.

Y era ¿Tan bella? ¿Atractiva? ¿Lista e interesante? No lo sé...

De repente mi única opción fue luchar por sus banderas, cuidar de su castillo y bailar con ella en las fiestas. No supe por qué pero todo se redujo a su presencia.

Quizás por eso duele más que cualquier herida de guerra. No dolió la puñalada, dolía porque venía de ella; por la espalda, sin defensa.

Aunque quién sabe si hubiera querido tenerla, nunca puedes defenderte de quien quieres de esa manera.

Así que, a cabalgar caminos y curar heridas viejas. 

La vida ahora te enseña a no defender princesas. 

Sentiré más daño por no quererla que por cualquier lucha que tenga.

De la vida se aprende y ahora sé que no hay princesas, ni reinas, ni plebeyas, ni valkirias siquiera a las que ofrecer mi espada, mejor guerreo con ella.

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