Amor de Conveniencia

Érase una vez una mujer, morena y de largo pelo, que reunía para enamorar todo lo que un hombre puede desear.

Hubo un hombre que la quiso, tanto como pudieron sus sentidos y su voluntad.

Ella nunca pensó que aquello fuera muy en serio, puso sus pegas y excusas y ya con ellas se sintió a salvo.

Para ella era fácil, aunque dijera una y otra vez que era difícil, muy difícil.

Claro, de esta manera evitaba los problemas y tener que esforzarse en corresponderle.

Para él todo sería un regalo y ella siempre justificaría su negativa a todo aquello que no le gustara, incomodara o simplemente la hiciera pensar demasiado.

Disfrazado su amor de tragedia veronesa fue situándolo, cómodamente, en el lado más fácil.

Pero quien juega con fuego, o mejor dicho con sentimientos, se quema.

Y tanto y tanto jugó, y tanto y tanto le exigió que, simplemente, él descubrió que lo que le ofrecía no merecía ni su esfuerzo ni su pasión.

Así que, un día, se marchó.

Ahora es posible que el amante recuerde su cara, pero más recuerda lo que pasó y cómo terminó.

No sabemos si ella lo sintió o fue simplemente la pérdida del juguete lo que lamentó.

Quizás ahora finja no sentir o quizás su ego le haga pensar que ese hombre nunca debió abandonarla sin más pero el hecho es que lo perdió para siempre.


 

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