Él la encontró sin verla, se asomó a su alma a través del pozo de sus ojos, la convenció a besos y descubrió el deseo detrás de cada curva, detrás de cada parte de su cuerpo. Descubrió su sueño y no reconoció ni uno solo de los defectos que ella puso como escudo, ni le hirieron sus palabras ni sus reparos.
Él la quería y cuando estás enamorado todo se viste de ternura, toda la belleza aparece ante tus ojos y eres capaz de amar sin mirar siquiera. A él, que la amaba en silencio, le atenazaba el miedo de ver su realidad delante del espejo.
Solo podía disfrazar sus sentimientos con sus palabras, solo podía amarla entre textos.
Quizás fue loco o quizás… no. No lo fue si mereció la pena, si se sintió feliz y amante de quién amaba. Al fin y al cabo ¿Qué esperaba?
Pobre iluso pretendiendo enamorarla, enamorarla escribiendo, dando besos entre palabra y palabra. Pobre iluso afortunado que arrancó el amor mientras lo guardaba en su cuento para tenerlo muy dentro de su alma
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