TODO CUENTOS E HISTORIAS

Érase una vez una hermosa gitana con cuerpo de sirena y aspecto de Valkiria.

Un día sacó a pasear  su encanto. En apenas una foto y  unas cuantas frases que se tornaron en un juego.

Él, que navegaba por la red, apenas hizo caso de su nombre y se lanzó detrás de su sirena.

Y como la sirena era muy exigente, le mando pintar una valla oxidada.

Había por allí otros rivales pero lejos de amedrentarse él salió airoso del encuentro.

Los mantuvo a raya con su brocha, la de pintar la valla.

Venció a la guardia y pudo mirar a sus  ojos y descubrió que no era una sirena.

Tanto valor despertó la curiosidad de la Valkiria que se dignó a hablarle.

Desorientado vio que era igual que ella. Sentía, pensaba y quería igual. 

La hizo dueña de sus secretos y  ella el dueño de los suyos.

Para entonces él no podía dejar de mirarla,  aunque trataba de no hacerlo.

Esos secretos más ocultos, aquella sonrisa, aunque congelada, lo tenía hipnotizado. Lo único que le faltó fue escucharla,  aquella voz...

Entonces él supo que no podría separarse nunca más de ella.

Pero ¿Y ella?

Ella quedó deslumbrada con la inteligencia, la ironia y la valentía de aquel caballero armado con una brocha, que además era muy humano.

No era el típico caballero prepotente que quería sacar una princesa de un castillo, sabía que la princesa podía salir solita y eso a ella le encantó.

Así que sin darse cuenta la Valkiria el día que vío que solo se ocupaba de su castillo se puso de mal humor. Y ahora si que quería que viniera el caballero a sacarla de la torre, aunque pudiera salir sola.

Porque él prefería que salieran juntos, de la mano, con una sonrisa a descubrir el mundo,  su forma de ver el mundo era escribir.

Un día descubrieron una palabra, muy bella: Alegría.

Y escribieron una historia.