El Pirado y sus besos enlatados
 

Estaba yo haciendo mi trabajo como mejor sabía, seleccionando proyectos para mis inversores, cuando apareció.

Era un hombre peculiar, por decirlo de alguna manera, vestía un traje azul claro, un chaleco a cuadros y una corbata deslumbrante de color verde. Nada más sentarse esbozó una sonrisa que no presagiaba nada bueno, me iba a tocar un pirado...

  • Hola, buenos días ¿Cómo andamos de cariño?

Ya lo decía yo....

  • Mire este es mi maravilloso, rentable y socialmente deseable negocio - largó sin ni siquiera darme tiempo a pararlo-
  • Impresionante su confianza en sí mismo - le paré mientras ponía una serie de latas encima de mi mesa - ¿Y estas latas forman parte de su propuesta?.
  • Si, verá usted, yo vengo a ofrecerle un negocio muy rentable pero, a la vez, único y que proporcionará a sus inversores la posibilidad de realizar un labor social.
  • Cuénteme - ya decía yo...-
  • Verá en esta época de redes sociales, digitalización y falta de relaciones físicas vengo a ofrecerle la solución: Besos enlatados
  • Ya... - ¡Cómo nos pone el Señor! Ya decía yo... pirado del todo-
  • Mire, ¿Quién no necesita hoy en día un poco de cariño? ¿Y qué mejor demostración de cariño que un beso? ¿Y si pudiéramos tenerlos a nuestra disposición siempre? Observe, lea las etiquetas... besos de abuela, de novia, de amiga fuerte, de niño babeante, de niño en Día de Reyes...
  • ¡Perdone! No es por dudar, pero tengo muy poco tiempo. Explíqueme porque, así a simple vista, estoy por dar por terminada esta entrevista - Vaya tío loco-
  • Es fácil de explicar, dentro de cada una de estas latas hay un beso irrepetible, una oportunidad de obtener cariño dónde y cuando quiera.
  • Oiga... Esto es una empresa seria...
  • Nada nada, la mejor manera de convencerle es que lo experimente, así que aquí le dejo, gratuitamente por supuesto, el que usted quiera.
  • Mire no es necesario, no creo que nosotros vayamos a...
  • ¡Insisto! ¡Faltaría más! Sin compromiso.
  • No necesito ninguna lata, necesito el balance de su empresa, sus proyecciones de ingresos y gastos, flujos de caja, proyecto... No quiero ser maleducado con usted, pero no necesito su “experiencia”.
  • Insisto. Quédesela y mañana vuelvo a pasar.

Y me quedé con una lata, un “Beso de Abuela”.

Y así pasó el día, otro tedioso día, que acabó con dolor de cabeza camino de casa. 

Me había llevado, más por curiosidad que otra cosa, la dichosa lata. 

Y allí estaba, en mi sofá, picando algo, recién duchado. Me dispuse a abrir la lata, a ver qué tontería me encontraba...¡Plof! Muuuuuuack...Y olía a esa colonia de flores, ese olor especial, esa caricia en mi pelo y en mi mejilla, mi sonrisa al recordarlo... Hasta me parecía oír su voz... Mi abuela...

Pero ¿Cómo lo ha hecho?.

Al día siguiente, esta vez con una sonrisa en los labios y con un interés real en aquel loco le pregunté,

  • ¿Cómo lo hace?.
  • Pues verá, selecciono personas que por su calidad humana puedan... No, voy a decirle la verdad.  Solo he encontrado la manera de producir el sonido de un beso al abrir la lata, simplemente. El resto es cosa suya, de su propia imaginación y de sus propios recuerdos... La mente es maravillosa.

Y así fué como “Conbelasa” Conservera de besos en lata S.A., de la cual me enorgullezco de ser su Director Financiero, se convirtió en la empresa de moda, una de las más rentables pero, sin duda, una de las de mayor impacto social y que mayor felicidad trajo a sus usuarios y clientes.

 

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